No hay placer que sea malo en sí mismo. Epicuro 341-270 a.c. Homo sum: humani nihil a me alienum puto

jueves, 3 de noviembre de 2011

voluptuosidad bajo el látigo pagina 8

En la primera mitad del siglo pasado existía en Londres un << instituto>>  dirigido por una tal Theresa Berkeley, cuyos empleados tenían una sola misión: la de azotar a los clientes. Se trataba en suma, de una especie de cámara de torturas a la cual se accedía voluntariamente previo pago de una crecida suma. 
El doctor Chesser nos presenta la carta de un aspirante a visitador de la conocida con el nombre de <<casa de  Charlotte Steer>>. Leemos:  <<Apreciadísima señora: Soy un joven mal criado y absolutamente incapaz de mejorar. Las más famosas educadoras de londres han intentado en vano domarme. Ahora bien mi amito el conde de G. me ha dado la dirección de usted.

Habría saltado de alegría al oir lo del caballito destinado a enseñarnos las buenas maneras a nosotros, jóvenes mal educados. Me permitiré visitarla a principios de febrero, cuando vaya a Londres con mi amigo el conde de G., para tomar parte en las sesiones parlamentarias. más para evitar confusiones le especifico a continuación mis condiciones: 

1. Deberé ser atado con cadenas, que llevaré yo mismo.
2. una libra esterlina por la primera gota de sangre.......
cortamos aquí la lista no porque contenga referencias obscenas (en realidad o figura en ella ni la más mínima alusión a las mismas), sino porque nos parece 

fuera de lugar continuar la minuciosa relación hasta llegar  a la recompensa asegurada por el desvanecimiento total.
Creemos que bastará lo que hemos traducido para dar una idea de la locura masoquista, en su más conocida forma se expresa con la flagelación, sistema ya conocido por los desviados de tiempos antiquísimos bautizado luego con el nombre de Sacher-Masock. 
Pequeños locales de esta índole se hayan en todavía acá y  allá, y donde no existen se encuentran aún personas dispuestas a participar en las orgías sado-masoquistas o en desempeñar el papel del la hábil señora Berkeley, personas insospechadas en lugares insospechados, como nos revela la carta, precedente de Reggio  Calabria, 

publicada hace algunos años por un semanario: <<Tengo diecisiete años y asisto al segundo curso  del liceo. Me he dirigido a una señora de unos treinta años, voy a verla una vez por semana, me recibe siempre con una sonrisa, y luego me hace desnudar y meterme en la cama. poco después viene con un látigo y me castiga duramente, diciéndome esas palabritas que suelen decir las madres a sus hijos en semejantes ocasiones. Naturalmente, por este poco de "afecto" pago dos mil liras cada vez. ¿Soy anormal?>>

<<Si al referirnos a un masoquista imaginamos simplemente a una persona que goza al ser golpeada -- describe  Ceseer--, la cosa nos parece inconcebible. La podemos comprender solo reconociendo en él  a un ser marcado por un espantoso sentido de culpa que, si bien reprimido, da la impronta a toda su acción, en la carta digigida a la Berkeley se hace evidentísimo tal sentido de culpa. Tal vez nos paresca fantástico, pero el psicoanálisis, sondando el mundo del inconsiente, ha demostrado que semejates situaciones no son en modo alguno raras, aunque no siempre se manifienten en formas tan extremas.>> (1)




(1)  no puedo evitar comentar este punto ya que la ignorancia es muy osada aún viniendo vestida de psicoanálisis y otras referencias, y digo esto porque puede haber personas que lean esto, que no es más que una tesis de un tal Peter Kolosimo  seudónimo de Pier Domenico Colosimo, Módena, un periodista y escritor italiano que entre otras cosas asegura que el hombre está sobre la tierra por la intervención de los extraterrestres, y si bien estoy 

poniendo los escritos de este hombre en mi página y para vuestra lectura es con el único fin de divertirnos un poco, viendo una visión de lo que mucha gente sigue pensando hoy que es el bdsm, pero que desconocen en su ignorancia, las motivaciones psicológicas de los que hemos superado las barreras impuestas por los tabús propios y socioculturales,  permitiéndonos dar un paso más en nuestro crecimiento como personas, descubriendo y disfrutando de placeres que nos son propios tanto mentales como físicos, que ellos los profanos en la materia se privan muchas veces por desconocimiento y otras por tabús autoinfligidos, que para alimento de su propio ego visten de moralidad y otros razonamientos. 

Como suelo decir yo algunas veces, nosotros estamos en las ligas mayores, y allá cada cual con sus pensamientos.  (N. del T.)