No hay placer que sea malo en sí mismo. Epicuro 341-270 a.c. Homo sum: humani nihil a me alienum puto

viernes, 14 de octubre de 2011

PSICOLOGIA DEL BDSM pagina 6


<<tengo diecisiete años y debería ser feliz, porque no me falta nada de cuanto pueda dar la felicidad. Mis compañeras me envidian mi elegancia, mis posibilidades económicas, creen que mi vida es un paraíso. ¡si supieran lo que se esconde bajo mi sonrisa! Tengo una madre que, aun contentándome de todo, a la mas mínima falta, más aún, a su capricho, me azota; vivo con la mente poblada de pesadillas, con  frecuencia, por la noche me despierto gritando: “¡basta, mamá, basta!”>>
         Las manifestaciones del sadismo son tan numerosas, tan variadas que es prácticamente imposible dar una relación de ellas, de la misma forma que no podemos determinar hasta que punto repercuten directamente en el campo sexual. Va desde eso que los psicólogos llaman <<sadismo del pedagogo>> (el castigo metódico a latigazos o bastonazos)

 hasta los crímenes del bruto que violenta, hiere o mata al objeto de sus ansias; desde el <<sadismo familiar>> (maridos que hacen objeto de toda clase de malos tratos a sus compañeras), hasta una gama infinita de torturas inflingidas a personas o animales.
Hay quien maltrata a un perro o a un caballo por crueldad >pura>, y  quien al hacerlo saca de ello torpes sensaciones inconcebibles para un hombre normal; hay quien asiste  a una corrida de toros, a un combate de lucha libre o boxeo  con objeto de desahogar,  por transposición, la propia agresividad sobre un plano extraño al sexo,  y quien, por el contrario, se excita de otro modo en estos espectáculos.
         Si hubiésemos vivido en el tiempo en que las ejecuciones capitales se realizaban en público, nuestros amigos del deporte violento habrían corrido en masa a los pies de los patíbulos, habrían formado parte de lesa multitud que tan eficazmente nos pinta Bloch en su historia de las costumbres inglesas.

         <<Muchos días antes –escribe el especialista—eran reservados los puestos, como para una riña de gallos o un combate de boxeo. No pasaba mes sin que tuviera lugar una ejecución en Tyburn (1).  En muchos casos; quince personas a la vez eran entregadas en manos del verdugo, y en tales ocasiones se congregaba un gentío enorme. Lady Hamilton (2) se “divertía” particularmente asistiendo a las ejecuciones que tenían lugar en Nápoles.
Tacheray escribió:
<<Hace un siglo la gente corría a centenares a asistir al tránsito extremo de un condenado. Y a mofarse de él. Swift se reía con frecuencia de ellos, y Gray se inspiró en estos espectáculos para una de sus alegres baladas. >>.      Según las teorías de la mayor parte de modernos psicólogos,  en cada uno de nosotros hay una buena dosis de sadismo que, por fortuna se encuentra con frecuencia un desahogo mental. Es el sadismo del que se siente  atraído por las memorias  de los condenados a muerte, por la descripción  de ejecuciones, asesinados, suicidios, el sadismo sobre el que especulan los editores de las <<novelas de terror>> y los productores de las películas alucinantes.
        


(1) Londres. (N. del A.)
(2) La famosa amante de Nelson, que tanto influyo en la corte partenopea. (N. del A.)