No hay placer que sea malo en sí mismo. Epicuro 341-270 a.c. Homo sum: humani nihil a me alienum puto

jueves, 15 de septiembre de 2011

MI SEÑOR

El Señor que yo quiero es mi ilusión y mi deseo. Voy a ti con las ansias de mi sumisión y mi entrega. Siento necesidad de ti, añoro tus besos y tu sonrisa, capaz de apartar de mi cualquier atisbo de duda, convirtiendo un día gris en soleado. Siento la felicidad que da amar al ser amado, aún sabiendo que no soy perfecta. Me tienes cautiva de tus manos y tu mirada. 
Un mar de sentimientos me desborda cada día y no evito los castigos ni las caricias que tu mano desean ofrecerme. Apago el silencio en tu recuerdo, y cerrando los ojos me adentro en tu corazón, arropada con la confianza ofrecida, totalmente protegida y entregada a ti. Te espero recordándote, soy parte de tu piel, de tu ser y de tu vida. Adoro que me mimes con ternura y aún sabiendo que tengo límites los respetas.
El deseo y la pasión se apoderan de mi. 
Tu sonrisa rebosa ternura y tus besos borran las marcas de mi piel. 

Por las noches mi deseo por tenerte me desvela, por el día suspiro por ti.

Como el aire que respiro, necesito tu cuidado y tu aliento.
En los senderos de mi imaginación, deseo llenarme de ti y ser para ti tu placer más deseado. 
Cerraré los ojos y viviré en tus brazos, sintiendo el calor de tus azotes y de tus caricias, haciendo renacer los gemidos que me provocaste. 
El Señor que yo quiero sabe que yo le pertenezco.