No hay placer que sea malo en sí mismo. Epicuro 341-270 a.c. Homo sum: humani nihil a me alienum puto

martes, 30 de agosto de 2011

Mi primer fisting



Mil sentimientos me desbordan, de inquietud, de temor, de miedo tal vez. 


Jamás había experimentado algo asi y entoy ansiosa por saber lo que se siente, pero al mismo tiempo siento recelos ante la situación.


Me embarga la ansiedad del momento pero el temor a su superación, es también inmenso.

Ha llegado el momento y estoy nerviosa y excitada, al mismo tiempo
y es increíble esta mezcla de sentimientos.



Con mis piernas totalmente abiertas, 
introduciendo un dedo en mi sexo, 
sintiendo el deseo que empieza a surgir, empezando a sentir mis sentidos alterados mientras entra un segundo dedo y se va moviendo en mi interior,
produciendo una enorme agitación; sabiendo que vendrá un tercero y ansiosa un cuarto. 


Suplicando que continúe más y más adentro mientras un escalofrío recorre todo mi cuerpo.

La verdadera experiencia surge con ese quinto dedo, empujando poco a poco mientras me voy dilatando lentamente.


A cada instante una punzada de dolor me invade, sintiendo su mano golpeando mi pelvis, empujando a cada momento más adentro.


Deseándolo, al mismo tiempo que señales de dolor golpean el sexo, ya totalmente abierto y entregado.


Indefensa ante tal situación, poseída por su mano, que en un último esfuerzo me golpea y entra totalmente dentro de mi sexo, llenándome, derramando un grito de alivio y placer.


En ese momento en que sus nudillos superan la frontera de mi pelvis, un instante de dolor recorriendo todo mi ser es el preludio de un placer tan intenso y lleno que me desborda los sentidos.


Totalmente expuesta y entregada, gozando con toda su mano dentro de mi, sintiéndome llena y al mismo tiempo derrotada. 


Se acabó la lucha, ha llegado el momento de la entrega total, dejando que su mano se mueva en mi interior, mientras oleadas de placer me inundan y gimo suplicando que siga más fuerte y más profundamente, hasta llegar a cortarse mi respiracion para finalmente explotar en un extasis de placer.


Cuando finalmente la retira, perdura la sensación de placer
y es tan intenso que deseo nuevamente tenerla dentro, 
llenándome una vez más.


Ya no lucho, he sido derrotada y ahora estoy a su merced.

Ha sido grandioso.

Me he sentido totalmente rendida con su mano dentro 
ocupándolo todo, llenándolo por completo.
Un placer inmenso junto con todos mis sentidos alterados.
Poco a poco cobro la respiración, hasta ahora agitada y
horas después aún siento la sensación de plenitud total

y mi sexo todavía palpita pensando en el momento y esperando
a que llegue el próximo, aún más delicioso y sublime que este,  si cabe.