No hay placer que sea malo en sí mismo. Epicuro 341-270 a.c. Homo sum: humani nihil a me alienum puto

lunes, 24 de enero de 2011

EL PLACER DE DAR


Podría parecer el hecho de sentir placer al darlo, pero así es. Mucho mejor ha veces que un efímero orgasmo, recuerdo en este momento el dicho que rezaba “El verdadero amor está en sentir placer con el placer de nuestra pareja” pero la cuestión es más que eso, pues esta necesidad física y mental de dar placer de estimular a la otra persona antes que a nosotros mismos es un sentimiento profundo y enraizado en la propia conciencia al punto de ser parte de nuestras fantasías y deseos.

          Se enquista en las primeras relaciones en las fantasías anteriores y posteriores a las mismas a los premios recibidos en el transcurso de estas, (queda entendido que los premios no tienen porque ser tangibles, sino que pueden ser adulaciones, sentimientos, una sonrisa, complicidad, ...) circunstancia que nos inunda, que nos llena, que nos hace sentir orgullosos y con ganas de repetirlo, en el trascurso del tiempo de nuestras vidas este hecho se vuelve permanente, quedándose fijado en nuestra mente y rigiendo nuestras relaciones.

        Este factor en conjugación con otros, redirige no sólo en lo concerniente a nuestra actitud de cara al acto sexual sino que afecta a circunstancias como nuestra tendencia sexual y orientación.

        Las personas que tienen desarrollada esta actitud por mi experiencia también son grandes amantes, pues no sólo se realizan a si mismas sino que además proporcionan gran satisfacción a sus parejas, sin embargo también hay por el otro lado personas que por un motivo u otro no tienen desarrollada esta actitud, no sintiendo o sintiendo muy poco la necesidad de proporcionar placer, más que por motivos egoístas, o por morbo en un momento determinado (no quiero decir con esto que no tengan necesidades sexuales, o que no quieran a sus parejas) simplemente que no se han desarrollado convenientemente, y por lo tanto a este respeto son menos validos hablando, también es cierto que los buenos amantes no nacen sino que se hacen y unas veces a base de golpes de la vida aprenden esta actitud o la asimilan ya que son carne de infidelidades o abandono, pues es normal que la monotonía acabe reinando en las relaciones en las que uno de los miembros solo quiere recibir y no dar, (nuevamente he de puntualizar para que no se mal interprete que este echo no quiere decir que no quieran dar placer, en algunos casos claro, solo que no les sale o no lo entienden, teniendo distorsionada la idea de dar placer pues piensan que al entregarse y prestar su cuerpo para que la otra persona disfrute y dejándose tocar con eso ya están cumpliendo, lo que no se dan cuenta es el gusto que da dar placer, pues aquí esta la otra contradicción que es que cuánto más se da, más se entrega, más se recibe, y mejor se pasa).